DE LOS ENTERRAMIENTOS, NECROPOLIS Y CATATUMBAS
San Honorato y San Ginés – Vidrieras de San Trófimo en Arles.
Estos últimos días estoy intentando terminar algunos libros que tenía comenzados desde hace tiempo, es una de las metas que me he puesto este Año Nuevo y ya había decidido que no podía dar más largas a su terminación. Tengo la mala costumbre de en los diferentes sitios a los que suelo ir tengo un libro empezado y allí se queda hasta que vuelvo, y de eso a veces pueden transcurrir meses, con lo que corría el peligro de cuando retomara su lectura hubiera olvidado lo leído anteriormente. No es la primera vez que me sucede y como consecuencia de ello tengo que volver releerlo o al menos hojearlo para retomar el hilo de la narración, la única disculpa que tengo para esta aparente dejadez o incumplimientos de mis autoimpuestas obligaciones de lector son las continuadas interrupciones o recortes de lo que se supone es mi tiempo libre, y que considero son ajenos a mi voluntad.
La culpa de todo esto la tienen mis encantadoras nietas, pues cuando me necesitan soy incapaz de no acudir a su llamada, ellas tienen la prioridad y todo lo demás puede esperar, y en parte por eso y por otras circunstancias que me afectan igualmente y que algunos de vosotros conocéis me encuentro en la situación que me encuentro, descolocado y con los deberes por hacer, pero si una cosa me distingue, modestia aparte es la perseverancia, tendré otras carencias pero lo que es perseverante a eso no me gana nadie, soy como la gota que cae sobre la roca martilleándola una y otra vez hasta taladrarla al final.
Pero señores hasta aquí hemos llegado, me lo tengo que tomar en serio y poner fin a estos incumplimientos, y sacaré el tiempo de donde sea para ponerme al día, y creo que lo voy a conseguir, que lo estoy consiguiendo, al menos en parte. Así que retomando la lectura de uno de ellos , “La cocina del azafrán , el que tenía en el campo, he observado algo que me ha llamado bastante la atención y me ha recordado otros lugares similares en costumbres, y que se da en otros países como el de este caso al que me estoy refiriendo. En Irán, existe la costumbre al igual que en Europa y por supuesto en nuestro país, de enterrar a la gente lo más cercana a las santuarios, iglesias o catedrales en el mundo cristiano, o en los santuarios, mausoleos y mezquitas en el mundo islámico, y sobre todo en aquellas en las que yacen los restos de santos o santones. En la mezquita de Harán en ciudad Mashhad en la que fue antigua y milenaria ruta de la seda, en la provincia norteña de Khorasan, la segunda ciudad en importancia después de Teherán considerada la capital espiritual del país, existen unas catatumbas aun operativas donde se entierran los miembros de las grandes familias de la provincia. Para ellos es un privilegio, porque están cerca del mausoleo de Ali ibn Musa al-Rida, considerado octavo imam del chiismo y hombre santo donde los hubiera, o de una de las figuras literarias más relevantes de la literatura persa, como el gran poeta Ferdousí (935-1020), gran recopilador de la mitología persa en la obra o libro del Shanamhed.
Y por otro lado tenemos la ciudad de Arles, al sur de Francia, para mí el caso más paradigmático e interesante sobre tumbas y enterramientos, la gran necrópolis romana de les Alyscamps- nombre que es una corrupción provenzal de les Champs Elissées o Campos Elíseos- que se extiende a lo largo de lo que fue la antigua vía romana de acceso a la ciudad, la Vía Aurelia que la unía con Roma(Roma sería referencia más importante en la Cristiandad por sus catatumbas). En la Edad Media en esos mismos lugares siguiendo la tradición romana los cristianos crearon un cementerio en los arrabales de Arles en el paraje que se llama Trinquetaille , donde las tumbas de la gente influyente buscaban la cercanía y protección de la iglesia de Saint Honoré santo y venerado obispo de Arles y cuyos restos se encontraban en la iglesia adyacente, la iglesia había sido construida allí porque según la tradición allí estaba enterrado el santo y mártir Saint Genesse, nuestro San Ginés, y al calor de la santidad de esos Santos varones se habían ido produciendo los enterramientos a lo largo de la Edad Media, dando lugar a un cementerio en el que las tumbas estaban dispuestas formando círculos concéntricos alrededor de la iglesia buscando en esta ubicación y cercanía la influencia benigna de estos santos como intermediarios ante la divinidad. Dicha influencia santificadora y mediadora parecía estar (según se aprecian en los restos arqueológicos excavados en el entorno de la iglesia), en relación directa con la cercanía a donde se suponía que estaban enterrados. Aún hoy día el lugar es un sitio especial, una sensación de paz y serenidad lo envuelve, y nos da una ligera y pálida idea de lo que tuvo que ser en su tiempo, una impresionante necrópolis llena de magníficos sepulcros y sarcófagos romanos, algunos de los cuales(los más valiosos y mejor conservados) se pueden admirar hoy día en el Museo de la ciudad.
Oriente y Occidente en contraposición, pero a veces sorprenden las costumbres, con tantas cosas en común.
Murcia, 31 de enero de 2017
Nota sobre San Ginés:
En el Codex Calixtinus, guía para los peregrinos a Santiago de Compostela, se recomienda visitar:
«Un arrabal junto a Arlés, entre los dos brazos del Ródano, que se llama Trinquetaille, en donde existe una columna de mármol a la que ataron a San Ginés y lo degollaron; y aún hoy aparece enrojecida por su sangre. El mismo santo, apenas hubo sido degollado, cogió su cabeza con sus propias manos y la arrojó al Ródano, y llevó su cuerpo por el río hasta la iglesia de San Honorato, donde yace. Su cabeza, en cambio, corriendo por el Ródano y por el mar llegó, guiada por ángeles, hasta la ciudad española de Cartagena, en donde ahora descansa».