Guiso de pavo con pelotas…

TEMAS DE LA NAVIDAD:

EL GUISO DE PAVO CON PELOTAS

O el poder evocador de ciertas comidas

 

Guiso de pavo con pelotas 

Guiso de pavo con pelotas

 

Ayer para nosotros, para mi familia es el día que pase lo pase intentamos estar en contacto y visitarnos, y la prioridad de ser visitados la tienen los mayores, tienen el trato de precedencia por la edad y supone un reconocimiento a su labor, los más jóvenes se lo debemos, es cuasi una tradición que salvo fuerza mayor solemos cumplir todos los años.

 

Y este año, como no, les tocaba a mis tíos de La Palma, La Palma que por si no lo sabéis es un partido o pedanía del Campo de Cartagena, de dónde soy originario, pues yo nací cerquita de allí, en un pequeño caserío llamado La Puebla, y que por aquél entonces dependía de la parroquia de Santa Florentina de La Palma, donde fui bautizado, así consta en el acta bautismal de la parroquia. Allí viví los primeros años de mi existencia, en el campo, con mi madre y mis tíos aunque yo siempre los he llamado padrinos, denominación por el que siempre los he conocido. En aquella casilla o mejor sería decir “casillas” de la Hidroeléctrica Española empresa en la que trabajaba mi padre cuando tuvo aquél fatídico accidente que cambio nuestras vidas. Rodeada de algarrobos e higueras que aparecen vívidos en mis recuerdos de niño, de los campos de cultivo y de los vecinos y amigos de la familia, aquella maravillosa gente que se volcó con nosotros y nos apoyó en los momentos más difíciles y amargos. Solo años después fui consciente de lo especial de esa época que en mi memoria aparece como un sueño, porque nos arroparon con lo que más necesitábamos, cariño, mucho cariño, con esa nobleza y ese amor desinteresado que tan frecuentemente he observado entre las gentes del campo. En aquellos tiempos era demasiado niño y no terminaba de darme cuenta de la situación.

 

 En fin, que no os quiero aburrir con esas viejas historias de la familia, los recuerdos no piden permiso y acuden a mi mente como las instantáneas de una vieja película en blanco y negro,  en el momento de escribir, y que son como una válvula de escape de los sentimientos que nos embargan al recordar, al igual  que la memoria de los seres queridos que se fueron que por momentos parecen resucitar y se hacen presentes. Ay, traviesos recuerdos que se entrecruzan y fluyen, sin darnos respiro, como respuesta a ciertos estímulos, y de forma inconsciente.  

 

Y por qué estaba yo diciendo todo esto? Ah, sí, lo comentaba por el asunto de la comida, la comida o el plato tradicional del día de Navidad en el campo de donde provengo, en la familia, siempre ha sido el “guiso de pavo con pelotas”, la tradición se pierde en la nebulosa del tiempo – como en el resto del campo -, pero ya mi madre recordaba que su abuela, es decir mi bisabuela lo preparaba y había transmitido la forma de elaborarlo a su hija (mi abuela materna) Josefa,  tengo entre mis más preciados recuerdos y en los anales gastronómicos de la familia se encuentra el guiso glorioso que hacía mi abuela, insuperable que  a mi modesto entender nadie en la familia ha conseguido superarlo y ni siquiera igualarlo, ni sus hijas ni sus nietas.

 

 Y analizándolo después  con detenimiento tenía mi abuela a su favor varios factores que la distinguieron siempre,  además del dominio de la forma de cocinar en que era una maestra insuperable, y era el tiempo, o mejor dicho los tiempos que sabía dosificar con paciencia y sabiduría, otro factor importantísimo estaba en las herramientas de trabajo y técnicas de cocción, en puchero de barro y con leña que dosificaba  con esa maestría y dominio de la técnica que tenían las antiguas amas de casa en el campo. Y por último la materia prima con la que elaboraba el guiso: criaban los pavos para la Navidad desde pequeñitos, los alimentaba con amasijo de harina de cebada y se criaban sueltos picoteando aquí y allá. En el último mes se cebaban con más cantidad de comida y se complementaba con maíz,  para darle a la carne esa untuosidad que aportaba la grasa del engorde. Se utilizaban las partes nobles del pavo, los muslos, los contramuslos y la pechuga que se salpimentaba y se salteaba en aceite de oliva virgen, luego estaba la cocción a fuego lento, las especias y las pelotas y por último las patatas.

 

Y capítulo aparte merecen las pelotas, que son unas albóndigas pero redondas tan contundentes como una pelota de tenis a la que se asemejan en tamaño, con carne de pavo picada, longaniza y salchicha, y un toque de blanco o morcón embutidos típicos murcianos, el pan desmigado, los piñones, los huevos y una picada de ajo, y perejil todo bien machacado con el almirez, una fórmula magistral que da el toque definitivo al guiso.

 

Así que ayer, cual no fue mi alegría, cuando en esa visita a unos de mis tíos mi prima me ofreció una ración de ese magnífico guiso, fue como una explosión de sabores  que se transforman en emociones, porque a través del paladar  los recuerdos se avivan y reafirman  como las brasas del hogar al ser avivadas por el viento. Estamos hechos de espíritu y de carne y hueso, de alma y cuerpo y por supuesto de las circunstancias del tiempo que nos tocó vivir y todo ello fue lo que nos condicionó, lo que nos hizo ver la vida como la vemos, no podemos aunque queramos separarlos , todos nos condicionan, respondemos tanto a los estímulos de uno como a los del otro, hasta el punto, que a veces no puedes ni sabes distinguir donde empiezan o acaban cada cual. Y sentía que esas sensaciones iban unidas al recuerdo de un tiempo que se fue y que ya no volverá. Nada nos hará volver hacia atrás, nada será ni es ya lo mismo y cada vez es mayor la distancia.

 

Una cierta tristeza me envolvía, era el poder evocador del guiso de pavo con pelotas, un símbolo, un icono gastronómico de las tradiciones familiares tan unido a estas fechas de la Navidad.

 

 

Murcia, 26 de diciembre de 2017

 

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