LAS BADLANDS O TIERRAS MALAS MURCIANAS (I)
Puerto de la Cadena-Paraje de las Badlands
No sé porque he usado el término inglés, tal vez porque define con más exactitud lo que voy a contar o solamente sea por pecar un poco de esnobismo y presumir de entendido de idiomas – cosa que no soy ni por asomo, desgraciadamente- pues ni siquiera se puede decir que domine el español, si acaso el hablar murciano pues en él me he criado y mamado desde mi niñez. Luego vino eso de leer sin continencia y por ahí fui adquiriendo el conocimiento del lenguaje “correcto”, pues según los maestros y profesores que tuvimos en su tiempo nosotros no hablamos el español académico u oficial, sino un dialecto, hablábamos mal, una variante del castellano eso sí trufado de palabras de origen árabe y de origen catalán, algo que había que corregir,( recuerdo o más bien mi madre recordaba, que cuándo nos trasladamos del campo de Cartagena donde vivíamos a Murcia, el día que me llevó a las escuelas Preparatorias, que estaban cercanas y lindando con el Jardín Botánico, el maestro-tuvo que ser D. Victoriano- al oír como hablábamos nos preguntó si éramos andaluces) secuelas que quedaron de aquella lejanísima y por muchos olvidada interesadamente o no, vete a saber, conquista de la Murcia musulmana por el gran rey aragonés D. Jaime I bien llamado y reconocido por la historia como el Conquistador, que al mando de sus huestes aragonesas- catalanas puso la ciudad en bandeja a su yerno D. Alfonso, llamado posteriormente el Sabio, aplastando la sublevación mudéjar que había dado pie el incumplimiento por los cristianos de los acuerdos con los moros que dieron pie a la entrega de la ciudad a Castilla y negociado por el entonces príncipe D. Alfonso hijo mayor de D. Fernando III el Santo, y por tanto heredero de la corona. Aquí se establecieron sus caballeros que asentaron sus casas y apellidos con el repartimiento que tuvo lugar a raíz de la conquista, y como no el conocerse Murcia por aquella época como uno de los sitios que mejor se hablaba su lengua, el catalán-mal que les pese a algunos- pero la historia es la historia y de poco sirve negarla o ignorarla, y además del flaco favor se nos hace a los murcianas por ello. Nosotros somos lo que somos, y no podemos renegar de nuestros orígenes pues entonces no se entendería nuestra habla ni nuestras costumbres y peculiaridades, o en román paladino, somos mestizos y somos fronterizos, primero con los moros y el reino de Granada, y después con los catalano- aragoneses o si queréis mejor con los aragoneses- catalanes que tanto da o tanto monta.
Bueno, me parece que me he perdido en los vericuetos de la lengua y del hablar, pues bien cierto es que cada región, por no hablar de reinos, tiene su forma peculiar de hacerlo, ricos en nuestra diversidad y unos en nuestra unicidad (Uno y Trino como creemos y decimos los cristianos), y que esto nadie lo ponga en duda ni lo discuta.
Y volviendo al tema que nos interesa, sin darme cuenta me he ido por los Cerros de Übeda”, hablábamos de “badlands” o tierras malas o improductivas en la región. Creo recordar, si la memoria no me falla, que en Murcia y conocidos por todos estaban y están reconocidas como tal los Barrancos de Gebas-formaciones erosivas constituidas por barrancos, cañones y cárcavas-, sitio singular donde los haya, al pie mismo de la Sierra de Espuña en el entorno al norte de Alhama y Librilla. Ahora, y al decir ahora me estoy refiriendo a que hace poco que los he descubierto, hay otra zona o parajes de extraordinaria belleza además de los susodichos y se encuentran muy cerca de la ciudad de Murcia, en las proximidades del Puerto de la Cadena, “escondidos” y a las espaldas mismas del parque regional del Valle y sierras del Puerto y Carrascoy. Tantos años pasando por sus inmediaciones y sin tener noticias de este lugar tan especial. Esta región, mi tierra, no deja de sorprenderme por su riqueza y diversidad etnográfica, cultural y paisajística.
Hace unos días un grupo de amigos organizamos una excursión a estos parajes, guiados por los especialistas del grupo en senderismo, y que previamente habían explorado el recorrido por aquello de que estamos limitados por la edad y había que adaptar en recorridos y en tiempos y ajustarlo al perfil de los excursionistas (que yo me atrevería a calificar, sin ánimo de ofender a algunos, de un perfil “agé”, como sabiamente y con finura dicen los franceses y que parece que suena mejor y más suave y musical que en español y ni que decir tiene que en murciano) para hacerlo viable y asumible.
Así que una mañana “trempano”(perdón por el murcianismo) nos dirigimos con ánimo iniciático y descubridor al lugar de la cita y concentración en la cumbre misma del Puerto de la Cadena en el área de servicio de la autovía de Cartagena a caballo de la huerta al norte, y del campo al sur, las dos facetas que caracterizan y forman la peculiaridad de nuestra tierra, el regadío tradicional de la vega del Segura y el secano campero (ya menos secano) de la planicie del campo de Murcia y Cartagena, las vertientes y estribaciones al mediodía de las Sierras del Sistema Penibético que mueren o terminan a la vista del mar Mediterráneo y del Mar Menor.
Grupo variopinto y colorido, visiblemente reconocibles como más rechonchos y laxos de transeúntes urbanos los unos, o como más ascéticos, estilizados y de pura fibra, senderistas de pura cepa y tradición, los otros, que por sus hábitos y aspecto los reconoceréis, incluso por su forma de hablar y conocimientos. Entendidos en geología y botánica, etnógrafos y geógrafos y hasta un poquito de astrónomos y magos, y por supuesto con un toque de coreógrafos y escenógrafos. Porque algo de magia y toque especial se tiene que tener para ir dosificando la exposición y conocimiento, la puesta en escena en un in crescendo subliminal de la naturaleza que nos rodea en ascetismo y aridez que nos muestran con esa insólita belleza la manificiencia del paisaje de las Badlands murcianas.
(Continuará)
Murcia, 3 de marzo de 2019