UN MIRLO EN MI BALCÓN…
Diario de una pandemia
Mirlo negro o merla.
Es lo que suele pasar en estos tiempos de pandemia, disponemos de más tiempo lo que tiene unas consecuencias inmediatas, nos fijamos más detenidamente en el entorno que nos rodea con lo que nos damos cuenta de detalles, pequeños sucesos y escenas que nos hubieran pasado inadvertidos anteriormente.
Esta misma mañana un mirlo se ha posado en mi balcón, no es que sea un hecho tan extraordinario, no, si tenemos en cuenta que con la pandemia los pájaros en general han ganado en espacio disponible y se atreven a llegar donde antes no se les veía o se les veía menos, pero últimamente parecen haber perdido el miedo o la inhibición ante las personas y se acercan más confiados por no decir más desafiantes a los humanos. Ya no solo son lo humildes gorrioncillos los que revolotean alborozados a nuestro alrededor buscando unas migas de pan, o las perseguidas y denostadas palomas por aquello de los daños que producen con sus excrementos en los monumentos de la ciudad. Hace tiempo que los mirlos se decidieron y apostaron por la ciudad pues los encuentras en los parques y jardines de la misma, es el ejemplo más emblemático de la colonización de los espacios urbanos por esta especie tan peculiar y no solo por su aspecto si no también por su capacidad cantora con la riqueza de sus registros musicales.
Nunca los veras en bandadas, siempre solos o en pareja, atraen la mirada con su forma de andar dando saltitos, su misma prestancia y brillante plumaje negro en los machos y su pico anaranjado que realza y contrasta el conjunto, dándole un aspecto de dandy presumido y enamorador de hembras, seguro de sí mismo, e inconfundiblemente elegante.
Se relaciona con su entorno sin complejos, con actitud desinhibida y con su aguda y firme mirada oteando en busca de comida pues son glotones por naturaleza, que no solo de lombrices se alimenta, guárdate de ellos porque si tienes una parra en producción se apuntara a sus frutos tanto para los desayunos como para las meriendas y sin olvidar por supuesto las comidas. Se escandalizan y protestan con los echas con cajas destempladas. Y es raro el día que no me los encuentro, en cierto modo me han ayudado a comprender que la vida, la naturaleza y la misma creación toda, sigue su curso y que nosotros los humanos tal vez no seamos tan importantes e imprescindibles como creemos. Es decir a relativizarlo todo un poco.
Si como parece ser las aves, son los descendientes directos de aquellos del Jurásico, los sobrevivientes de aquella terrible extinción provocada por un gran asteroide al estrellarse contra el planeta, si han sido capaces de sobrevivir a todo eso, quizá sean también capaces de sobrevivirnos a nosotros los humanos unos cuantos millones de años más. Y no estaría de más el fijarnos y observarlos porque podríamos sacar unas enseñanzas provechosas. Y por supuesto que de esta pandemia vamos a sacar un conocimiento más profundo de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que podríamos llegar a ser.
Murcia, 12 de abril de 2021
Nota:
Tanto en catalán como en el hablar murciano, el mirlo es conocido con el nombre de “merla”. Secuelas lingüísticas que arrastramos de la conquista de Murcia por el rey Jaime, mal que pese a algunos.