Dejad tranquilo a Machado…!

DEJEMOS TRANQUILO A MACHADO…!

Antonio Machado en su madurez

Basta ya !
Dejemos tranquilo a Machado…!
Para que hablar de su infancia?
Acaso tiene remedio
Recuerdos lejanos de un huerto claro
donde madura el limonero,
reflejos de blanca cal
en el sitio palaciego

de las Dueñas
anclado en la luminosa Sevilla
en los regatos del tiempo,


Aguas cristalinas corren por
oscuros recovecos del huerto, de las
boqueras y azarbes, por compuertas
y portillos controlados.
Recortados sobre los viejos muros
trepan las buganvillas, y el fino jazmín
muestra al extraño, su tronco senil y nudoso.
Aromas de Sevilla flotan en el atardecer
dorado!

DEJEMOS TRANQUILO A MACHADO…!

En su ser enamorado
a orillas del Duero se muestra,
en Soria.
La felicidad huidiza
no da respiro, y se niega
a dar prolongado contento
al amor de su vida truncado,
en la plena juventud
Ay, la muerte traicionera!
Ahí nace el poeta que clama
al cielo,

y
de los páramos de Castilla describe la belleza,
en senderos de luz.

PERO PORQUE NO DEJAMOS TRANQUILO A MACHADO…!

Quizás podríamos hablar de la sencilla
vida en Baeza, monumental y clásica,
plena de aires renacentistas,
huyendo de los dolorosos recuerdos

paseando por los alegres campos
de caminos bordeados de grises olivares
de soledad llevados, de resignados tedios
claman en su corazón

¡Campo de Baeza,
soñaré contigo
cuando no te vea!

MACHADO…, PERO COMO DEJARLO TRANQUILO!

Triste tiempo el del exilio, en esos días azules
y ese sol de la infancia, en Collioure, viendo
a lo lejos las montañas de la la madre patria
su espíritu ya descansa
a la sombra de un castaño, mirando al mar
en la mañana clara
resuenan firmes sus palabras
en este bello epitafio
que mejor define su alma,
de hombre honrado:

«Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis á bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar».

Murcia, 20 de abril de 2022


Va a hacer ya tres años de mi visita , de mi peregrinación a Collioure, a su tumba, de mi modesto homenaje en el viejo cementerio de esta localidad francesa, junto al mar donde descansa, a la sombra de un castaño.

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