Tristeza y Melancolía..

TRISTEZA Y MELANCOLIA

Castillo de arena de Adriana

Frente al mar y desde mi balcón observaba el bullicio de la gente en la playa, el alegre ir e venir, los gritos de los niños en el atardecer cálido de La Manga, el mar levemente rizado que moria suavemente en la arena de la playa, todo era agradable o debería serlo al menos, pero las cosas no siempre son lo que parecen, porque mi estado de ánimo estaba por los suelos y no respondía a esos estímulos, una sensación de dejadez y melancolía me envolvía como una ola, un tsunami imparable que te arrastra parecía aquello intentando agarrarte a algo sólido y consistente que te mantenga a flote.

Dias que se te echan encima como una losa en que la tristeza se cuela subrepticiamente, días en que las tareas y rutinas de la playa no hacen mas que acentuar ese sentimiento, porque cuando más tranquilo estás, cuando todo parece estar en orden y nada imprevisible puede suceder, el destino interviene de forma imprevista para golpear, poner las cosas patas arriba y romper el delicado equilibrio de nuestra existencia, y esa sutil tela de araña que con tanto cuidado hemos tejido en nuestro entorno a lo largo de los años, ese castillo de arena, se desmorrona.

Nos afecte a nosotros o a nuestros seres queridos la cosa es lo mismo, pues la interdependencia con la familia es absoluta, somos lo que somos porque estamos unidos por lazos de sangre, por hábitos y costumbres, por los sentimientos que se han ido conformando en nuestras relaciones a lo largo de los años, por nuestras vivencias y recuerdos, por todas esas cosas que conforman el entramado familiar que nos han marcado de por vida, que el querer no es cosa de un día.

Así que no sé como expresar lo que siento al fallecer este familiar, una persona a la que quería, a la que estaba unido desde mi mas tierna infancia, porque desde que tengo memoria, mis vivencias y recuerdos están unidos a ella misma y a toda su familia, la buena gente, la gente sencilla, los que me arroparon y cuidaron, los que me dieron su amor tan desinteresadamente cuando más lo necesitaba, cuando niño.

En estos días he sentido la tristeza de ver que ese mundo que conocía, ese mundo de mi primera infancia en el campo de Cartagena, dónde vine al mundo, está desapareciendo, los últimos representantes y actores del mismo se están yendo, hacen mutis por el foro, tan calladamente como vivieron, ante eso solo queda la resignación y el recuerdo.

Hoy no me puedo callar, no ve voy a callar, y aunque hace tiempo que no escribo, me he decidido a hacerlo para dar fe del suceso. La muerte siempre está ahí, acechando, ella es la dueña de nuestro tiempo, ella decide el momento.

Y es por todo eso que no puedo evitar el sentimiento de pérdida, de ese vacío que se produce cuando las personas queridas se van tan de repente, y mucho más en este caso, con el agravante de lo inesperado. Solo me queda por decir una cosa, que te vamos a echar de menos, que te estamos echando mucho de menos.

Tita, va por tí.

La Manga, 8 de julio de 2022